Tal y como comentamos en el post anterior, podría decirse que Matías López fue el precursor de la Seguridad Social. Las condiciones laborales que Matías López López ofreció a sus trabajadores fueron absolutamente novedosas para la época: Les daba una vivienda y sus hijos nacían automáticamente con un empleo para el futuro. Los niños asistían a la escuela, donde recibían educación gratuita hasta los 14 años, edad en la que empezaban en la fábrica. A las mujeres embarazadas les prohibía trabajar a partir de determinado momento. Respecto al salario, Matías López inculcó en ellos el ahorro: convenció a sus obreros de que lo importante no era ganar mucho, sino lo necesario. Instituyó una cooperativa de alimentación (llamada la Cope) de obreros, a fin de que obtuvieran todos los alimentos que necesitasen a un precio más bajo. Diseñó un seguro de enfermedad. La empresa pagaba los gastos médicos y la mitad del jornal: cada quincena descontaba a los trabajadores un porcentaje de la paga. Instituyó unos créditos para la adquisición de las viviendas que los obreros construyeran fuera del complejo de la fábrica. Inventó un sistema de pensiones como ayuda a la jubilación. En sus mejores tiempos, llegó a emplear a 500 trabajadores, produjo 30.000 libras de chocolate, 13.600 kilos diarios, y alcanzó una facturación anual de ocho millones de pesetas. Llegó a ser una de las 3 chocolateras más importantes de Europa. Fue uno de los empresarios más importantes del siglo XIX de toda Europa. Tras la muerte de su fundador en 1891, la dirección empresarial recae en manos de su viuda e hijos. La compañía pasa por distintas situaciones, como el cambio de sociedad limitada a sociedad anónima y terminó cerrando en 1964. Pero no para siempre dado que el 31 de diciembre del 2014, la empresa empezó a vender este chocolate de nuevo.